Hasta los gauchos utilizaban ponchos y prendas de Inglaterra. Hasta 1810 se usa la moda a la española –faldas largas y anchas, enaguas trabajadas, camisa de lino con encaje, el chaleco o chupa ajustados, mangas angostas y largas, mantillas de seda o el rebozo (pieza de género rectangular, clara cubriendo cabeza y hombros); peinetas pequeñas y zapatillas de seda bordadas o brocato y tacos altos de plata– pero influenciada por Francia, con el “panier” o miriñaque de aros. En España se le agregan detalles nacionales: abanico, mantillas y flores en la cien. Las damas reflejaban su condición más en los modales y en la coquetería que en los vestidos, que se pasaban de madres a hijas. La moda no estaba asociada al prestigio de clase y, por este motivo, la gente de menores recursos se vestía bien.
La mantilla es una prenda popular española consistente en un elegante tocado femenino de encaje.
Un abanico es un complemento de moda que fue inventado y fabricado para que de forma manual pudiese mover aire y facilitar la refrigeración.
El miriñaque, también llamado crinolina, es una forma de falda amplia. Consistía en una estructura ligera con aros de metal que mantenía abiertas las faldas de las damas, sin necesidad de utilizar para ello las múltiples capas de las enaguas que había sido el método utilizado hasta entonces.
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