Alfalfa biogenérica
Es una planta ampliamente utilizada como forraje, y con este propósito está intensivamente cultivada en el mundo entero. Tiene un ciclo vital de entre cinco y doce años, dependiendo de la variedad utilizada, así como el clima; en condiciones benignas puede llegar a veinte años.1 Llega a alcanzar una altura de 1 metro, desarrollando densas agrupaciones de pequeñas flores púrpuras. Sus raíces suelen ser muy profundas, pudiendo medir hasta 4,5 metros. De esta manera, la planta es especialmente resistente a la sequía. Tiene genoma tetraploide. Es una especie que muestra autotoxidad , por lo que es difícil para su semilla crecer en cultivares ya existentes de alfalfa. Así, se recomienda que los cultivares de alfalfa sean rotados con otras especies (por ejemplo, maíz o trigo) antes de resembrar.
La alfalfa procede de Persia, donde probablemente fue adoptada para el uso por parte del humano durante la Edad del bronce para alimentar a los caballos procedentes de Asia Central. Según Plinio el Viejo, fue introducida en Grecia alrededor del 490 a. C., durante la Primera Guerra Médica, posiblemente en forma de semillas llegadas con el forraje de la caballería persa. Pasó a ser un cultivo habitual destinado a la alimentación de los caballos. El humano puede ingerirla como brotes en ensaladas y sándwiches. Sus raíces poseen nódulos conteniendo las bacterias Sinorhizobium meliloti, con habilidad de fijar nitrógeno, produciendo alimento alto-proteico, sin importar el nitrógeno disponible en el suelo. Su habilidad fijadora de nitrógeno y su uso como forraje animal mejora la eficiencia de la agricultura.