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"El Atlético"
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Sobreviviente |
Al llegar al lugar eran sacadas de los automóviles y transportadas
violentamente por una escalera pequeña y un lugar subterráneo,
sin ventilación. Así surge de los dichos de Carlos
Pachecho
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Pedro Miguel Antonio Vanrell (Legajo N° 1132),
Daniel Eduardo Fernández (Legajo N° 1310), José Angel
Ulivarri (Legajo N° 2515) y otros, coincidien-
do casi todos en que al llegar se abría un portón. Eran desnudados
sin excepción, hombres, mujeres, jóvenes y ancianos y revisados,
mientras eran empujados y maltratados. Se les retiraban todos sus efectos perso-nales,
que jamás les fueron devueltos. "Tu nombre de ahora en adelante será K
35, ya que para los de afuera estás desaparecido relata Miguel D'Agostino.
De allí eran llevados al quirófano o sala de torturas y el miedo
se había convertido en terror y desesperación. "Durante
el interrogatorio pude escuchar los gritos de mi hermano y de su novia, cuyas
voces pude distinguir perfectamente"
(Nora Strejilevich - Legajo N° 2535). |
:: Eran llevados casi a la rastra a la "enfermería" y
luego a la "leonera" o directamente a los "tubos" :: |
Una vez que se detenía momentáneamente
la primera sesión de "ablande" algunos eran llevados
casi a la rastra a la "enfermería" y luego a la "leonera" o
directamente a los "tubos". En los tobillos se les colocaban
unas cadenas, cerradas con candados de cuya enumeración
era imprescindible acordarse, ya que, si no, corrían el
riesgo, cuando eran trasladados al baño, de no obtener las
llaves correspondientes que los abrieran. Entre el tabique que
impedía casi totalmente la visión, los grillos en
los pies, además de la cara y de la partes más visibles
del cuerpo llenas de hematomas, magulladuras y heridas abiertas
-amén de la ropa que se le asignaba a cada uno- la imagen
de estos seres sometidos a condiciones infrahumanas es un recuerdo
lacerante para cada uno de los escasos sobrevivientes. "Algunos
pasaban por la leonera, permanecían dos o tres días
y salían en libertad, les decían 'perejiles ....
.. eran aquellos que 'chupaban' y que no les servían para
nada" (Miguel Angel D'Agostino - Legajo N° 3901). "Después
de pasados los primeros días, me llevaron a una celda, y
pude ir adaptándome poco a poco a esa vida,
aprendiendo cómo tenla que vivir, qué era lo que podía hacer
y lo que no podía. A pesar de que permanecía siempre tabicada y
de me sacaban tres veces por día para ir al baño, pude hacerme
una idea general de cómo era el lugar donde 'vivía'( ... ) El campo,
que se hallaba en un subsuelo, tenía dos secciones de celdas, que estaban
enfrentadas en un pasillo muy estrecho: de un lado los pares y del otro los impares.
Para sacarnos al baño abrían las puertas una por una -cada uno
de nosotros tenía que estar de pie cuando se abría la puerta- y
luego desde la punta del pasillo el guardia gritaba el número de las celdas,
allí nosotros nos dábamos vuelta y cada uno se tomaba de los hombros
del que tenía delante, formando un 'tren' que era conducido por un guardia." (Ana
María Careaga, Legajo N° 5139). El "campo" tenía
lugar para unas doscientas personas, y según refieren los liberados durante
su funcionamiento habría alojado más de 1.500 personas. Este dato
lo deducen de las letras que precedían al N°, cada letra encabezaba
una centena. |
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Nick: Jorge Fecha: 25/05/08 Hora: 00:09
hs.
Comentario: Yo vivi a una cuadra del Olimpo en la Epoca de la Dictadura
y tuvimos
que tapiar un balcón durante casi 1 año. Y no se podia circular
por la calle
de atras del Olimpo, siempre habria patrulla y a la noche recuerdo y a eso de
las 5 de la tarde tambien se escuchaban algunos gritos.
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