1554 - Transportando personas
En todas partes había mercaderías que tenían que ser transportadas rápidamente
y con seguridad de un lugar a otro, así como había personas que querían
viajar cómodamente y con rapidez.
Para obtener a bajo precio fuerzas motrices considerables, varios inventores
pensaron en la unión del vapor y la rueda. Los primeros frutos de esa
asociación fueron verdaderos monstruos. En 1769, el francés Nicolas
Cugnot construyó un coche de vapor, su pesado "fardier" (carromato),
que consistía en una máquina de vapor montada sobre un carro de tres
ruedas. El técnico norteamericano Oliver Evans, construyó años después
un coche de vapor que no logró imponerse. William Murdock, en Inglaterra,
hacía experimentos con una máquina de Watt. Todos estos ensayos fueron
fracasos.
Richard Trevithick, un joven ingeniero de minas de Cornwall, en la década
del 90 del siglo XVIII se entusiasmó con la idea del vehículo de vapor
y preparó en su taller un par de pequeños modelos de locomotoras. Trevithick,
entre 1801 y 1804 terminó su primer coche grande de vapor: una enorme
caja de hierro sobre ruedas con una chimenea en el centro, alrededor
de la cual se habían instalado varios asientos para los viajeros. Colocó
sobre los raíles su máquina de vapor, y recorrió nueve millas y media
en cuatro horas y cinco minutos. He aquí la primera locomotora. Años
después presentó la segunda, pero no tuvo demasiado éxito. La gente
estaba convencida de que las ruedas patinarían sobre la superficie lisa
a medida que se aumente su peso.
George Stephenson, llamado por muchos el "padre del ferrocarril" no
compartía esa opinión generalizada, y tras haber reparado muchas locomotoras
y haber construido otras, realizó al fin, en 1825, la primera línea
destinada no sólo a las vagonetas de carbón, sino también a los viajeros.
El 27 de septiembre de ese año, la Locomotion Nº 1 arrastró un tren
cargado con 600 pasajeros a lo largo de los 35 kilómetros que separan
Stockton de Darlington, y se convirtió así en el primer viaje en ferrocarril.
El mismo Stephenson guió la máquina, que arrastraba seis vagones con
carbón y harina, un vagón para los invitados especiales, veintiuno más
para pasajeros comunes y finalmente cinco vagones carboneros; en total
treinta y tres.