POLÍTICA

En la actualidad, el debate sobre la legalidad y el matrimonio entre personas del mismo sexo es uno de los más agitados y dinámicos del mundo occidental.

 

Los opositores a la reforma del Código Civil opinan que la unión de un hombre y de una mujer es la única definición de matrimonio, en tanto que es la base para la procreación. Arguyen que esta definición ha existido por milenios y corresponde a su esencia objetiva, distinguiéndola del resto de pactos de protección mutua con carácter indefinido. Alegan que alterar los fundamentos del matrimonio basándose en casos límites equivale a convertir la excepción a la regla; mientras que equiparar uniones heterosexuales y uniones homosexuales en cuanto a su fundamento sentimental y amoroso permitiría luego extender la institucionalización estatal del matrimonio a cualquier otro tipo de relación de pareja. En contrapartida, incorporar a los derechos económicos y sociales, nuevas libertades positivas emanadas de este tipo particular de uniones actuaría en contra del bien común, esto es, obligar a los individuos a subsidiar a las parejas del mismo sexo, que de este modo, adquieren un privilegio especial, ya que el matrimonio heterosexual tiene el potencial de procrear, lo que afecta directamente a la sociedad. El límite, por tanto, se halla desde el punto de vota del argumento iusnaturalista liberal, en un principio de Orden Natural; es decir, que la reproducción posibilita la continuidad de la especie y que esto es, sin duda, bueno para la sociedad. Por lo tanto, instituir nuevos subsidios sociales es retrasar la perspectiva de la definitiva liberación de los individuos.


Frente al Congreso de la Nación.

 

Diversas ideologías

El filósofo Javier Ugarte sostiene que la única tradición que sostiene actualmente la discriminación es la religiosa, puesto que todas las ideologías políticas parten del principio de igualdad ante la ley; además, impedir el acceso al matrimonio de cualquier persona supone abrir una brecha entre los derechos que posee como nacional de un Estado y sus derechos ciudadanos. Posiblemente por esa distorsión, una considerable parte de la sociedad occidental opina que es necesario que se permita casar a los gays y lesbianas, de modo que tengan los mismos derechos que las parejas heterosexuales.

 

Una idea primordial

La idea de que el matrimonio entre personas del mismo sexo es un privilegio al tratarse de realidades diferentes es refutado por los que argumentan que en derecho la simple diferencia no es válida sino se demuestra que ésta es relevante para ameritar un trato jurídico diferente. Ya que todos somos iguales o diferentes a los demás, en alguna dimensión. Generalmente, el matrimonio otorga muchos derechos que las parejas de hecho no reciben, incluso cuando esta institución de las parejas de hecho figura regulada por el ordenamiento jurídico positivo.

Según los países, esta diferencia de derechos abarca materias tales como inmigración, seguridad social, impuestos, herencia, y la adopción de niños. Además, separar a las parejas en dos tipos de instituciones se considera, por quienes defienden la institución del matrimonio homosexual, discriminatoria, ya que estiman que está en línea con el general rechazo que provocan las fórmulas, que en el pasado justificaron la segregación completa por razón de raza.