El tango como baile nació en el arrabal, donde hombres y mujeres bailaban fuertemente abrazados. Prohibido por incitación a la lujuria, la gente se vio obligada a bailarlo en lugares ocultos hasta principios del siglo XX. La coreografía, diseñada a partir del abrazo de la pareja, es sumamente sensual y compleja. La complejidad de los pasos no hace a la expresión o a lo que se quiere trasmitir durante el baile. Se trata de expresar un sentimiento pleno de sensualidad y no de sexualidad, donde lo primordial no son sólo los pasos o las figuras que hacen los bailarines con los pies.

De nada vale una técnica o una sincronización perfecta, cuando la expresión facial de los bailarines no trasmiten sentimientos. Todo en la danza del tango está unido, las miradas, los brazos, las manos, cada movimiento del cuerpo acompañando la cadencia del tango y acompañando lo que ellos están viviendo: un romance de tres minutos, entre dos personas que a lo mejor recién se conocen y que probablemente no tengan una relación amorosa real.

El tango trasciende y llega al corazón de los que contemplan a los bailarines, gracias a los sentimientos que ellos muestran.

DGPC - FADU - UBA - Catedra Ocampo - Pais - Navarro - Gutièrrez - Bicentenario

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