No existe ninguna documentación sobre el desarrollo de la técnica del filete. Sólo se pudieron rescatar comentarios orales y fragmentarios que permiten elaborar algunas hipótesis. Es seguro que los letristas francese utilizaron pinceles de filetear y también espúlveros. Dibujaban sobre papel transparente las letras que debían pintar y luego, con una aguja perforaban el papel, siguiendo el contorno de las letras. Aplicaban el papel sobre el tablero de la carreta y con tiza o carbón en polvo dentro de una media de mujer, espolvoreaban el papel. Este polvo, que pasaba por los orificios del papel, se depositaba sobre la superficie que se deseaba pintar. Con esta guía, los letristas comenzaban a pintar. Esta misma técnica fue empleada por los fileteadores para sus filetes. Los letristas no podían utilizar el espúlvero de los dos lados, porque las letras tienen una dirección única; los fileteadores en cambio, aprovecharon esta cualidad del espúlvero. Utilizaban frente y dorso, para generar imágenes invertidas con un solo espúlvero o para crear imágenes simétricas precisas. Lo que define la identidad del filete porteño es el uso del barniz Japan que, según el fileteador Carlos Carboni, fue un invento de Cecilio Pascarella. Este barniz es transparente y tiene unas gotas de negro y bermellón. Al aplicarse sobre una pintura plana le da relieve al ornato y muestra la proyección de la sombra sobre el plano de fondo.

 

Fuente: "El fileteado porteño", Maizal Ediciones