MUJERES EN LA LITERATURA ARGENTINA

Con la irrupción de la mujer en la literatura argentina, llega a su fin un período de sumisión que había denunciado ya en un verso doña Mariquita Sánchez de Thompson (1786-1865) en el siglo XIX:

"Nosotras sólo sabíamos ir a oír misa y rezar, componer nuestros vestidos y zurcir y remendar."

Una actitud de reserva confiaba a la intimidad familiar las expresiones poéticas de la mujer. Edelina Soto y Calvo (1844-1932), amiga de Guido y Spano y Rafael Obligado, publica recién a los sesenta años su libro de poesías “Afectos”, 1978, veinte años después “Emociones”, 1927 y “Parque Vetusto”, en 1929, con los cuales se sitúa en un lugar de trascendente significado que le pertenece por derecho de legítima conquista en nuestra poesía femenina, según el testimonio de María Alicia Dominguez, en la bibliografía que le dedicara. Dentro de la generación de Alfonsina Storni surgen en la Argentina, Delfina Bunge de Gálvez (1881-1952), de quién diho Juan Agustín García que sería el primer poeta argentino si se resolviera a escribir en español ya que sus libros de versos fueron escritos en francés, así “Simplemente” 1991 y “La nouvelle moisson”, 1918, con prólogo de Jose

Enrique Rodó. Parte de Delfina Bunge de Gálvez una modalidad que se prolonga durante las primeras décadas del siglo, a través de las poetisas que escriben sus versos en frances, como María Isabel Biedma, Susana Calandrelli, cuyo primer libro, de 1922, se titula “Carillons dans l’Ombre”. En el interior del país, la mujer comienza a descubrir el paisaje visto con nuevos ojos y nueva sensibilidad. En Tucumán Teresa Ramos Carrión, autora de “Mis violetas” 1927 y “Granado en Flor” de 1929; en Salta, la conocida intérprete de su paisaje y su región Emma Solá de Solá; en San Luis, Berta Elena Vidal de Battini; en Catamarca, María Amalia Zamora. Poesía femenina que surge en las provincias adoptando a veces tonos dialectales, rústicos pero suaves, dedicados a cantar las bellezas del paisaje cotidiano que veía día a día.