Martin Tibabuzo: sueños de camiseta
24/11/2015 - 2 comentarios
Galeria Tiba
Esta historia comienza en uno de esos antiguos bancos de una secundaria de Saavedra. Cuando a Martín Tibabuzo lo aburría la clase, no dibujaba logos de bandas de rock, ni nombres de chicas que le gustaban, ni escudos de clubes de fútbol. Tampoco hacía mención a ningún barrio.
Martín dibujaba camisetas de fútbol. Primero las de River, su club, y después las de equipos de Europa. Y recuerda que al ver la indumentaria Reebok de la Selección Nacional, a fines de los noventa, se convenció de que quería ser diseñador de camisetas de fútbol. A pesar de que la secundaria le brindaba un título de Técnico Electromecánico.
“En la secundaria me di cuenta de que no quería ser ingeniero”, cuenta por Skype, desde la sede central de Adidas en Herzogenaurach. “Me gustaban las camisetas, y eso que no era como ahora que se ven todas por la televisión. Yo me iba a la calle Florida y compraba la mayor cantidad que podía. Las coleccionaba; no era de usarlas mucho”.
“Y al tiempo me llaman por teléfono. Tuve que hablar en inglés después de diez años. Me acuerdo que corté y me temblaban las piernas. No podía parar de caminar por la terraza de mi casa de Colegiales. Tenía 27 años y me decían si podía viajar a Alemania para una entrevista de trabajo”.
¿Y vos qué harías? ¿Vos qué harías si ya tenés claro que los hechos son más importantes que las palabras? Que las mujeres, o un jefe, prefieren los actos que las promesas. Martín hizo lo que la experiencia le marcó. Lo que hubieses hecho vos, o cualquiera. En medio de la entrevista sacó una camiseta y un short que había cosido con la máquina de su mamá. Estaban mal cosidos, pero no importaba. Eran de River. Mostrar eso era mostrar un deseo. De una manera que con palabras hubiese sido más difícil. Todos volvieron a decir: “Este pibe está loco”.
“En el 2001 me había surgido la posibilidad de radicarme en Roma, por trabajo –aclara–. Y dije que no. Yo no me quería ir del país. La única razón por la que viviría en otra parte del mundo era a cambio de ser el diseñador de las camisetas de River y Argentina”.
Pero lo fuerte, dice, pasa cuando un ídolo se besa la camiseta. O ver a la Selección en un Mundial vistiendo tu obra. “Es una responsabilidad muy grande, pero es sentir que formás parte del equipo. Yo sé que algo hice por el plantel. Estuve recibiendo a Messi y le mostré la camiseta del próximo Mundial”. Martín ya se imagina el final. Como todos los argentinos. Falta poco para que Leo tenga una nueva oportunidad de consagrarse en un Mundial y el equipo vuelva a festejar tras 28 años de sequía. Con una camiseta que comenzó a ser diseñada en el banco de la secundaria de Saavedra, para todo el mundo.