Salvador Pineda, Julio J. Salas, José Mosé, Leopoldo Houssay y Emilio Izasmendi (h.) fueron los nombres que le dieron vida al club y quedaron en la historia como los iniciadores de una entidad que hoy cuenta con unos 900 socios. Durante estas ocho décadas, el Olivos se convirtió en uno de los clubes más representativos y con mayor arraigo dentro del rugby de Buenos Aires. Los comienzos fueron casi a la par de la fundación, con un amistoso contra Deportivo Francesa que se perdió por 9 a 3, y en el que Mario Ortiz Sauce conquistó el primer try de la entidad. Seguiría un tiempo de sacrificios, de pocos triunfos, de peregrinar hasta la cancha del Banco Hipotecario Nacional de San Fernando, ya que todavía no había un terreno propio.
En aquellos lejanos comienzos, los colores primarios fueron el celeste y amarillo; les siguió el verde. El naranja y negro que ilustraría definitivamente a la camiseta del club surgió de unos almohadones que decoraban un sillón de la casa de Carlos Bowers, quien fue presidente del club en los albores de los treinta -luego sería titular de la UAR- e insistía en contar con los muchachos del barrio y no reclutar jugadores de afuera. Finalmente, la división superior consiguió coronar sus esfuerzos y en 1933, con un triunfo ante Obras Sanitarias por 17 a 3, obtuvo el ascenso a la máxima categoría; un acontecimiento que fue celebrado en el Cine Teatro Splendid con una gran fiesta. Un año después, el sueño de la cancha propia se hizo realidad. Y luego, el club le abrió sus puertas al hockey femenino.
Su historia
Con el tiempo llegaron los títulos del Torneo Invitación (1940), el Eliminatorio (1942) y los sevens de 1942, 1953, 1990 y 2004. También surgieron las convocatorias a sus jugadores para integrar la selección nacional. Horacio Pascuali y Walter Sutton fueron los primeros; luego les llegaría la oportunidad a Edmundo Caffarone, Enrique Holmgreen, Antonio Salinas, Mario Carreras y Mariano Bosch, entre otros. Durante esta temporada, el Olivos Rugby Club realizó varios festejos alusivos a su 80° aniversario; la actividad proseguirá hoy con una misa en el club, que se realizará a partir de las 20, y a su término, un cóctel para los asistentes.
En aquellos lejanos comienzos, los colores primarios fueron el celeste y amarillo; les siguió el verde. El naranja y negro que ilustraría definitivamente a la camiseta del club surgió de unos almohadones que decoraban un sillón de la casa de Carlos Bowers, quien fue presidente del club en los albores de los treinta -luego sería titular de la UAR- e insistía en contar con los muchachos del barrio y no reclutar jugadores de afuera. Finalmente, la división superior consiguió coronar sus esfuerzos y en 1933, con un triunfo ante Obras Sanitarias por 17 a 3, obtuvo el ascenso a la máxima categoría; un acontecimiento que fue celebrado en el Cine Teatro Splendid con una gran fiesta. Un año después, el sueño de la cancha propia se hizo realidad. Y luego, el club le abrió sus puertas al hockey femenino.
