Entrevista a Ricardo Siri - Liniers
¿Cómo lograste abrirte camino en los medios?
Un día llevé mis dibujos a Página 12 porque un amigo de la facultad me dio la idea. Los publicaban de vez en cuando pero no me pagaban, hasta que en una oportunidad el editor del NO me preguntó si tenía historietas. Le di 60, le gustaron y así nació "Bonjour". A partir de ahí, entendí que lo importante es tener los deberes hechos. A La Nación llegué en 2002, presentado por Maitena. Cuando mostré mis dibujos me dijeron que no se entendían. Deben de haber pensado "es raro, pero lo trae Maitena", y entonces entré.
Una vez dijiste que la gente no perdona que un chiste no se entienda…
La gente se enoja cuando no entiende un chiste porque se lo toma como algo personal, pero muchas veces lo que pasa es que busca algo más complejo que, en realidad, no está.
¿Te influye pensar en el público al que te estás dirigiendo dependiendo del medio?
Cada lugar en el que uno publica tiene una línea editorial. Vos sabés hasta donde podés tirar de la cuerda, pero la base de tu humor sigue siendo lo que vos estás proponiendo. La verdad es que no me saldría nunca adaptarme a lo que otro me pide. El único miedo que tenía cuando pasé a La Nación era no poder putear, pero por suerte me dijeron: “Mirá, si querés hacer los personajes así, te estás suicidando, pero a nosotros nos encanta”. Igual ahora por suerte uso Twitter para sacar mi lado oscuro.
¿También usás la computadora para dibujar?
No, sólo con papel y lápiz. Es por una cuestión generacional. Soy el último que nació y se lleva mal con la tecnología. Yo con la computadora, soy como mi viejo con el control remoto. No la sé usar.
¿Y pese a lo desestructurado que parece tu trabajo, tenés alguna rutina? Sentado en un sillón de su estudio, Ricardo Liniers Siri se sonríe).
El truco es que parezca simple, pero en verdad atrás de eso hay un montón de trabajo. Para mí cualquier disciplina artística es algo que tenés que practicar mucho como para transformar esa expresión en tu manera natural de comunicarte.
¿Cómo surge Común?
Me gané una beca para ir a estudiar a Montreal (Canadá) y allá me junté con dos chicos que tenían más o menos mi edad y eran dueños de una editorial. Ellos me empezaron a publicar Macanudo en francés. Ahí surgió la idea. Además, me inspiré en Daniel Divinsky (de Ediciones de La Flor), a quien admiro mucho. La estela que dejó Divinsky es enorme. Entonces pensé, “si voy a vivir toda mi vida y puedo dejar eso o algo de eso detrás de mí, buenísimo”.