Ventajas


Mitos y verdades del E*Cig

 

No nos vemos capaces de dejar el hábito y recaemos, con todo lo que conlleva de fumar más de lo que lo hacíamos, de que nuestra autoestima se queda por los suelos, de que… ¡Un momento! ¡No es tabaco! Eso que nos hemos llevado a los labios y que recuerda en su forma y su textura a un cigarrillo, lo es, pero… Descubrimos que se trata de un cigarrillo electrónico. ¿Qué hay de verdad y qué de mito en todo cuanto hemos oído sobre este sustitutivo del tabaco?

 

Algunos mitos...
Para empezar, una mentira descomunal: hace un par de años se difundió el rumor de que el propilenglicol, usado para que el vapor de agua que expulsa el cigarrillo se asemeje más al humo, era cancerígeno… ¡Falso! Cualquier agencia sanitaria del mundo lo aprueba para el uso humano en múltiples funciones.
Por otra parte, no hace mucho, circulaba el rumor de que los cigarros electrónicos se venden a menores, lo que es imposible, habida cuenta de que sirven para sustituir al tabaco, luego ambos productos sólo se pueden servir a mayores de edad. También se dice que el sabor que tienen es agradable para atraer al público juvenil, algo que se responde con el argumento anterior.


Son mucho menos perjudiciales
Los cigarros electrónicos no son medicinales, pero tampoco son tan nocivos como el cigarrillo tradicional. Este último tiene más de cuatro mil sustancias, de las que un buen porcentaje son adictivas, otras cancerígenas y otras tantas ambas cosas. La nicotina, de hecho, es una de las menos adictivas de cuanto lleva ese tubito asesino que tiene humeando en el cenicero, justo a su lado.