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Desde la elección de los contenidos hasta el espacio de aprendizaje, las metodologías y la concepción general de una educación liberadora, se enfrenta con lo que establece normalmente la educación formal. La experiencia se retroalimenta con las luchas y por eso también todos los integrantes de los Bachilleratos Populares se consideran a sí mismos, ante todo, militantes sociales y políticos.
“Planteamos una currícula alternativa”, cuenta Ricardo, “el objetivo es la formación de sujetos políticos, que los compañeros puedan insertarse comunitariamente, en sus distintos barrios y organizaciones sociales. Llevamos una propuesta que no sea la neutralización de la educación sino el compromiso social y político.” El desafío es enorme porque se pretende romper con una forma de entender el aprendizaje, las relaciones entre los docentes y los estudiantes, las pedagogías formales pero al mismo tiempo organizar una herramienta reconocida legalmente.
Desde el comienzo, los Bachilleratos Populares pelean por el reconocimiento de títulos y por el financiamiento porque entienden que el Estado debe ser el único garante de la educación y que ésta debe estar en relación con la realidad de los barrios, de los trabajadores ocupados y desocupados. Los distintos Bachilleratos se nuclean en una Coordinadora, que vuelve posible que organizaciones distintas trabajen un proyecto educativo en común.
“Con el correr del tiempo y la consolidación de la experiencia, en la InterBachilleratos nos dimos cuenta que era importante trabajar para propagar la experiencia e invitar a nuevas organizaciones a abrir su escuela. ”, cuenta Celeste del Bachillerato Simón Rodríguez en Las Tunas. Hoy, ya son más de 20 las experiencias pedagógicas.*
Por un lado está la lucha por el reconocimiento como Escuelas de Gestión Social, con todo lo que implica en cuanto al reconocimiento de los educadores, herramientas pedagógicas, metodologías y estructura. “Los Bachilleratos no somos ni escuelas públicas ni escuelas privadas y trabajamos con herramientas en las que creemos, como por ejemplo los equipos pedagógicos y no docentes individuales”, dice Marcelo del Bachillerato en Villa 21. Además está el problema del financiamiento. Los Bachilleratos pelean por que se los subvencione, al mismo tiempo que se reconozca que los educadores populares deben tener iguale