Las aplicaciones nucleares se enfocan a la investigación de la fertilidad de los suelos y cómo evitar las plagas de insectos, entre otras. Así, mediante trabajos de irradiación se puede, por ejemplo, realizar mutaciones que permiten la variabilidad genética de las especies vegetales, y así lograr nuevas variedades de especies con características peculiares, como mayor resistencia, larga vida y aumento en sus capacidades reproductivas.
No es común encontrar la palabra nuclear asociada a mejoras de rendimiento agrícola, pero la prueba está en Libia. Desmanteló sus bombas atómicas y utilizó la tecnología para mejorar sus cultivos y evitar los efectos de la desertificación usando técnicas isotópicas y nucleares para mejorar la gestión del agua. Argelia siguió su camino con igual resultado. El proyecto se centró en el ahorro de agua y de fertilizantes. Lo primero por motivos obvios y lo segundo por el daño que a medio-largo plazo produce los fertilizantes en la tierra. El agua misma, mal utilizada puede producir erosiones nocivas para la fertilidad propia de la tierra.
Los números son asombrosos: la método utilizado, llamado ‘fertigación’, ya que es la aplicación de fertilizantes en la raíz a través del riego por goteo, aumentó el rendimiento del cultivo de la patata en un 150%, y redujo el agua y el uso de fertilizantes de nitrógeno en más de un 50%. En Argelia, la técnica se aplicó como un intento de luchar contra la desertificación, la salinización del suelo y la dramática reducción de las últimas tierras cultivables. Un 30% de tierras fertiles podrían haberse perdido en la zona oeste del país debido a la desecación y a la salinización.