Amor y matrimonio

El matrimonio por decisión conjunta de los cónyuges y, más aún, la relación entre matrimonio y amor, que hoy nos parece natural, son asuntos muy recientes en la historia. Aun durante el siglo XIX el amor como motor de decisiones era visto en cierto modo como una transgresión. Eran los padres los que decidían los matrimonios de los hijos, en una suerte de endogamia de clase que garantizaba la continuidad de bienes y de valores. El padre entregaba a la niña con una dote o “capital inicial” a un hombre generalmente mucho mayor que ella. Ya en 1838 una nota de “El Iniciador” calificaba esta costumbre -“una venta de la hija a quien mas dé”- de una verdadera “prostitución legal”.

No obstante, entre las clases altas, varias fueron las mujeres que desobedecieron por amor, o por deseos de autonomía, a la autoridad paterna. En 1804 Mariquita Sánchez no dudó en llegar hasta el Virrey para defender su derecho a la relación amorosa que la unía con su primo, Martín Thompson. A veces, estas rebeldías llegaron a tomar perfiles trágicos, como en la historia de Camila O´Gorman.

El hecho de que la familia aporte el marco para la mayor parte de las actividades sociales humanas y que además sea la base de la organización social en la mayoría de las culturas, relaciona a la institución del matrimonio con la economia, el derecho y la religión de un determinado país