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entrevista 2º parte

n osvaldo bayer
 

 
7 Anterior I

  Ese es el primer paso, luego la cooperativa la organi organizará escuelas dela de la formación técnica, talleres de capacitación de trabajadores de todos los sectores deyen acuerdo con las distintas ramas de productividad, y servicios y asesorías técnicas ala todos trabajadores autogestionados. Ese esen en el futuro. Una república que se sevayavaya democratizando cada vez más mediantemediante cooperativas de trabajo igualitario ypor y propia responsabilidad. Todos para uno y uno para todos. Y justamente ellos eligieron para su colegio de bachillerato el bello nombre de Arbolito, el joven ranquel que en 1827 hizo justicia contra el militar europeo genocida coronel Federico Rauch, que venía a cumplir el contrato firmado con Rivadavia para “exterminar a todos los indios ranqueles”, por supuesto, pago con buen sueldo de mercenario. Esto me da una profunda alegría porque yo, en 1963, di una conferencia en la la ciudad bonaerense de Coronel Rauch donde pedí que esa población votara para cambiar el nombre del genocida Coronel Rauch por el hermoso nombre del joven ranquel que puso fin a la vida de ese mercenario jugándose entero. Arbolito se llamaba... Por esa propuesta sufrí 63 días de prisión ya que el ministro del Interior de la dictadura militar que volteó a Frondizi era el general Juan Enrique Rauch, bisnieto directo del coronel genocida. Nunca se cambió el nombre a esa ciudad. Los habitantes y los políticos miraron para otro lado. “Hay que mirar para adelante”, el lema de todos los que tienen que esconder algo. Y ahora, mi júbilo: una cooperativa de la educación para trabajadores se llama Arbolito y una orquesta de rock plena de sangre joven lleva también el nombre del vindicador de esas enormes pampas argentinas.
Pero las emociones no terminaron allí. En Mendoza, antes de una conferencia en la radio Libertador, se aproximó una delegación de los más humildes de los humildes, los más explotados, los recolectores de ajo. Me trajeron como regalo un hermoso ajo envuelto en una cinta que decía: “Recolectores de ajos”. Y me presentaron su denuncia, con palabras claras recalcadas con gestos sobrios de sus manos encallecidas.

 
 
  El petitoriode la estaba titulado: “Los trabajadores esclavos de Campo Grande”. Son recolectores de ajo del establecimiento El Resguardo, del exportador Carlos Adrián Sánchez. Desde el 7 de noviembre los recolectores de ajo están en conflicto con la empresa. Protestaron porque no se hacen aportes jubilatorios ni tampoco se les reconocen los doce años de trabajo. Son hombres y mujeres. El 29 de noviembre, los 23 delegados y sus familiares fueron impedidos de trabajar porcon patovicas. Se organizó entonces el paro general. Los obreros se quedaron en el portón principal. Pero muy pronto se hizo presente la fiscal Liliana Giner con 150 hombres armados y ordenó a los trabajadores retirarse del lugar. Entrelazadas de brazos todas laslas mujeres hicieron un cordón humano, también había algunas embarazadas, y a los hombres los hicieron poner detrás de ellas. Vino entonces la orden de represión. A machetazos, les tiraron balas de goma y perdigones de pimienta... Los manifestantes fueron perseguidos más de quinientos de losmetrostodo y resultaron más de cuarenta heridos. Quedaron todos despedidos. Desde ese entonces nunca se ha hecho justicia. Hay pruebas de que la empresa hace uso del trabajo infantil. Los recolectores piden justicia. Se llaman María Ana, María, Graciela, Yemina, Pamela, Celeste, Javier... y siguen los nombres.
Cuando escribo esto tengo el ajo exultante que me regalaron. En el escritorio. Me emociona. Paco Urondo y Dardo Dorronsoro habrían hecho una poesía con él y las manos que lo cosecharon. Pero la mendocina Nora Bruccoleri ya había redactado esa poesía y me la alcanzó al marcharme:
Somos Ajeros
Y por ello cómplices de la entereza
Porque el ajo es fuerza vegetal
Que nos aclara la conciencia
Y aunque los patrones negrean nuestro destino
La intensidad cabeza a cabeza
Nos convence que debemos seguir
Apretando los dientes
Para que la sabrosura de la vida
Se sirva en nuestras mesas
En la de Todos