Materia optativa

Nivel 3

Diseño Gráfico

Presentación de Salvaje de Emily Hughes
por Libros del Zorro Rojo

Ya podes conocer a la pequeña e indomable “Salvaje", y descubrir cómo es su idílica vida en el bosque. ¿Qué pasará cuando una familia intente devolverla al lugar que, supuestamente, le corresponde? La hawaiana Emily Hughes consigue con su debut cuestionar la “civilizada” vida que llevamos

Por Marcos Farina

Buscando en el recuerdo en la arena de las artes plásticas, quedará en mi alma y en mi corazón la gran exhibición de David Hockney que vi el año pasado en el Guggenheim de Bilbao, y la película post tenebras de Carlos Reigadas que vi en el Festival de Mar del Plata.
Después de ver la película del mexicano, salí mudo del cine. No lo podía creer. Quedé tan impresionado que no quise ver ninguna película más (salvo la mía sobre Ramón Ayala, que estaba obligado a ver porque tengo que terminar de hacer la corrección de color, que aunque si es por mí, le diría al técnico operador de video: “Arreglá el color como te parezca. Con sentido común”).
La muestra de Hockney me partió la cabeza. Es mi artista favorito. Más que Berni. Creo que después de ver esa muestra y sus videos me puse a pintar con más entusiasmo. Yo diría desborde emocional. Sobre todo cuando pinté sobre los collages de posters de museos. En formato grande. Me acostaba a las diez y media, después de cenar con los niños y ver algo de televisión con mi esposa, como un padre de familia normal, digamos. Me despertaba a las cuatro de la mañana y me iba a pintar a la sala como un lobo estepario desenfrenado/empastillado. En el piso. Muchas veces pintando en calzoncillos.

Luego me volvía a acostar a las seis, para despertarme a las siete y media, cuando los niños van al colegio, como si nada hubiese pasado. El secreto es aprender a aceptar las dualidades. Bipolaridades: yo puedo hacer un muñequito con plastilina con mi hija siguiendo las instrucciones del programa ART ATTACK, con absoluta ternura, placer, y agradeciendo al cielo y a la virgen de Guadalupe ese momento, y después hacer una foto de una carnicera envuelta en morcillas como si fuera una bufanda, con un cuchillo de 40 centímetros en la mano. En el Ejército de Salvación siento algo parecido: la vibración constante de estar ante un hecho creativo, algo viviente… mirando los objetos, las acciones de la gente: una mujer sentada en el piso probándose chancletas, un padre comprando un juguete viejo para su hijo, la dinámica que tienen los empleados para llevar y traer los muebles, colchones, computadoras y apilarlas según algún criterio… Últimamente fui muchas veces a comprar zapatos de cuero, para colgarlos de un alambre, y pinturas al óleo. Paisajitos. Para hacer un obra en relación a la pintura, al pop art, y al Nicolino Locche de Martha Peluffo, que desde que lo ví hace varios años, no me lo puedo sacar de la cabeza.


Las ofrendas del Ekeko también las compré allí. Perritos de porcelana. Trajes…Creo que ese recorrido comprando y eligiendo objetos es esencial en lo que se da por llamar “el momento creativo”.

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