La vivienda, el hábitat y la salud en las políticas públicas

El crecimiento de las ciudades está condicionado a una presión interna con una tensión básica entre la creación de bienestar y sostenibilidad y la conservación del medio. Una vivienda adecuada ayuda al desarrollo social y psicológico de las personas y minimiza las tensiones psicológicas y sociales relacionadas con el ambiente de la vivienda, provee acceso a los centros de trabajo, de educación, a los servicios necesarios, y a los lugares de diversión que fomentan un buen estado de salud. Cuando no existe una adecuada evaluación, manejo y control del riesgo, entonces múltiples condiciones que debieron contribuir al bienestar y la salud del residente se transforman en sus antagonistas.
Se estima que en América Latina y el Caribe alrededor del 40% de las viviendas poseen inadecuadas condiciones de habitabilidad. Ello subtiende iniquidades en salud y se asocia fuertemente a las posibilidades económicas de los núcleos familiares. La falta de recursos y la pobreza constituyen determinantes de salud y vivienda. La OMS en 1997 caracterizo al modelo económico como responsable de los efectos de la catástrofe epidemiológica . En estos asentamientos informales se presentan además, problemas de drogadicción y violencia así como otras enfermedades de carácter psicosocial a cuya aparición contribuyen el hacinamiento y la falta de espacios recreativos.
La vivienda es una necesidad humana básica. Un techo inadecuado e inseguro, amenaza la calidad de vida de los individuos, atentando directamente contra su salud física y mental. En otras palabras, la violación del derecho a la vivienda niega la posibilidad de una vida digna. Esta idea ha sido reflejada en el derecho internacional, a través de instrumentos como la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
En las políticas nacionales de desarrollo, la mejora de la vivienda ocupa un lugar muy secundario en el orden de prioridades, situándose claramente por detrás de otras consideraciones sociales y a gran distancia del crecimiento económico. Si a esto se le añaden los problemas del desarrollo, que comportan un nuevo campo de desigualdades, entonces se verá que existe una suma de escalas en las iniquidades de la provisión y calidad de la vivienda en la región que ensancha el espectro de los efectos en la salud.
La mayoría de los aspectos relativos a la salud de las personas están relacionados con sus condiciones de vida, su nivel de satisfacción de necesidad básica, la calidad del ambiente en que se desenvuelven y la cultura a la que pertenecen, así como sus conocimientos, actitudes y prácticas en materia de salud. Todo esto justifica la necesidad del estudio de los factores condicionantes en materia de vivienda y salud para lograr políticas públicas de salud que repercutan directamente en la vivienda.