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.Paz en los Siete Lagos
Los paisajes de la Patagonia deslumbran a quien los recorra. Existen muchas formas de admirarlos y quizá la más hermosa es hacer con la bici el Camino de los Siete Lagos, que une San Martín de los Andes con Villa La Angostura en 112 kilómetros, mitad asfalto, mitad ripio.

La travesía invita a conocer siete de los más hermosos espejos de agua del Sur Argentino. Aquí va el relato de la que me tocó vivir en compañía de unos amigos:

Luego de dormir en San Martín de los Andes, pedaleamos hasta el lago Lácar, situado junto a la ciudad. El siguiente paso exige usar el plato chico y el piñón grande ya que siguen algunas subidas pronunciadas. Bajo la luz de la luna y en compañía del Arroyo Partido pasamos la primera noche.

El segundo día amaneció con un cielo totalmente celeste, enorme, nos subimos a las bicis y, luego de aprovechar algunas bajadas en las que alcanzamos los 60 kilómetros/hora, hicimos un descanso breve pero necesario en el Arroyo Hermoso. Después seguimos.

Ya en el kilómetro 32 nos reciben las aguas verdes del Machónico y, poco más adelante, se muestra el Lago Hermoso que, aunque ajeno al circuito, no en vano tiene ese nombre. Sin salir del asombro generado por él, nos encontramos con dos lagos espectaculares, uno frente a otro: el Falkner y el Villarino. Allí se despide el Parque Nacional Lanín y nos abre sus puertas el Nahuel Huapi, donde hay un punto panorámico con una vista asombrosa. También aquí dejamos atrás el asfalto que nos acompañó esta primera mitad del camino.

Tierra abajo, bosque en los costados, montaña arriba. Desde allí, el lago Escondido ya nos puede ver, aunque nosotros debamos avanzar casi un kilómetro para bañarnos en sus aguas. El próximo es el Pichi Traful, al que llegamos inducidos por una bajada con curvas y contracurvas. Allí pasamos la segunda noche.

La llovizna matinal nos alentó a armar nuestro equipaje en tiempo récord y a pedalear velozmente 21 kilómetros hasta llegar al desvío a Villa Traful. Una impresionante panorámica presenta al Lago Correntoso, enorme espejo de agua que se deja ver desde tres ópticas. Al costado de la ruta hay un camino que lleva al Espejo Chico que tampoco forma parte del circuito pero debería. Avanzamos por este camino, almorzamos en la costa y nos preparamos para conocer el último lago, el padre: el Espejo. En verano, este lugar reúne a muchos aficionados a los deportes acuáticos como ski, wakeboard y windsurf.

Sólo restan 10 kilómetros para arribar a Villa La Angostura, que se hacen por asfalto y a velocidad normal. Para despedirnos, visitamos el puerto, Bahía Manzano y el Cerro Bayo, que son imperdibles. Y pensamos que sin las bicis, esta travesía habría sido apenas un viaje como otros.

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