Las cosas no le van bien a Dilma Rousseff, candidata del Partido de los Trabajadores a la presidencia de Brasil. De hecho, o al menos, todo lo bien que ella hubiera deseado. Y ante la pérdida de apoyos que está teniendo en las últimas semanas, la heredera del actual presidente, Lula da Silva, está tratando de acercarse a los electores católicos y evangelistas brasileños con unas posturas que son cuanto menos, un tanto retrógradas para un partido que se considera ‘de los trabajadores’.

Todo parece indicar que hace no tanto tiempo, la candidata del Partido de los Trabajadores apostaba por legalizar el aborto y por otorgar derechos a los ciudadanos LGBT brasileños. Pero ante las perspectivas nada halagüeñas de las encuestas, y la fuga de votos, Dilma Rousseff está tratando de salirse por la tangente y está tratando de desmentir lo que sus colaboradores califican como meros rumores, negando por ejemplo que piense impulsar el matrimonio entre personas de un mismo sexo si sale elegida presidente de Brasil. Y entre las medidas para redirigir sus propuestas electorales ante la sociedad brasileña, la candidata publicará una carta antes del próximo sábado, según ha informado el senador y líder pentecostal Marcelo Crivella, estrecho colaborador de Dilma Rousseff. Según este hombre, a cambio del compromiso de la candidata de no impulsar asuntos como el matrimonio gay, la adopción de niños por parte de parejas homosexuales o la legalización del aborto, los líderes religiosos brasileños se han comprometido a redactar otro documento en el que muestren su apoyo a la candidata del Partido de los Trabajadores. Un apoyo que le vendrá de perlas a esta mujer, que no pudo hacerse con la presidencia del país en la primera vuelta de las elecciones del pasado 3 de octubre. Y ante la segunda vuelta, la candidata oficialista quiere asegurarse todas las papeletas para acceder a la presidencia brasileña, aunque sea a costa de renunciar a su ideología.

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