Andrés
Calamaro

luego de los shows en el Luna Park, Andrés Calamaro volverá a tocar en la Capital Federal: la cita es el sábado 12 de Diciembre en el Club Ciudad de Buenos Aires. Las entradas se consiguen en Ticketec.

Cuando Andrés cumplió ocho años pidió de regalo un acordeón, y más tarde un tambor (después de golpear los parches en casa de unos vecinos en el downtown de Buenos Aires). Sin embargo, con el tiempo, se fue volcando a la guitarra eléctrica y al piano, el instrumento donde muestra mayor fluidez y versatilidad.

Años después, pescando tiburones en Uruguay, Andrés escuchó su primera oferta de trabajo, un grupo musical, ya en sus horas bajas, necesitaba un reemplazo en los teclados, y fue entonces cuando nuestro jovencísimo Andrés salió a las carreteras por primera vez.

Un tiempo después, tejió su futuro propio, y fue a una audición para entrar en el grupo Raíces, y entre los gritos del Mundial de fútbol, y los tambores del candombe, dio sus primeros pasos en el latin jazz y fue detenido por la policía de la dictadura. Era invierno.

Probó suerte en boites, con The Platters, tocó con integrantes de una secta religiosa, y allá donde pudiera sentarse a tocar un teclado, hasta que, en los primeros meses de la década del ochenta, recibió la llamada que cambiaría su destino, era Miguel Abuelo recién llegado de la isla de Ibiza.

Con Los Abuelos de la Nada encontró su lugar, tan deseado, en el olimpo criollo del rock argentino, eran los primeros años ochenta. Los Abuelos era un combinado de poesía, funky, carretera y armonías, formado por seis músicos de curtido talento y personalidad, entre los cuales estaban el productor y bajista Cachorro López, el cantor de tangos Daniel Melingo y el, ya mencionado, Abuelo...

Promediando la década, y con dos discos en solitario publicados, Los Abuelos de la Nada de disuelven y Andrés sigue asiduo a los estudios de grabación, con una prometedora carrera de producción musical, que incluye el disco que consagró a Los Fabulosos Cadillac, entre otras grabaciones realizadas entre Buenos Aires y México.

Conduciendo su propio programa de radio, conoce a Ariel Rot y conforman una sociedad musical para grabar, entonces, dos discos solitarios de Andrés y salir a las carreteras. Eligen intentarlo en España y refundarse como Los Rodríguez, con el recordado Julián Infante, el igualmente querido Guillermo Martín, y un baterista de apellido Dukakis.

Disueltos Los Rodríguez, en 1997 Calamaro reunió un impresionante grupo de músicos estadounidenses con un impresionante grupo de canciones suyas. El resultado final fue “Alta suciedad”, un álbum que trascendió su éxito y se convirtió en un clásico del rock argentino.

Después sobrevino un período de silencio discográfico, aunque continuó componiendo y grabando material que colgó en la web, hasta que en el 2004 regresó con “El cantante”. Se trata de un disco atípico con versiones de temas populares de otros autores, desde al folklore al pop pasando por el tango, y tres canciones nuevas. Artesano único, de las nuevas salió otro clásico para su repertorio como “Estadio Azteca”.

Y finalmente el momento del gran retorno llegó en 2005. Apoyado por los músicos de la Bersuit, Calamaro brindó una serie de conciertos en el Luna Park en abril de ese año, que quedaron registrados en un álbum en vivo titulado “El regreso”. Especie de grandes éxitos en vivo, el álbum se convirtió en uno de los más vendidos del año. Para rematar la faena, en diciembre dio un concierto al aire libre en el estadio Obras, con una audiencia de 22.000 personas.

Cuando aún no se había extinguido el suceso de “Made in...”, Calamaro editó “Tinta roja”. Es un disco en la línea de “El cantante”, en el que versiona clásicos del tango argentino con la particular producción del español Javier Limón y músicos flamencos como el guitarrista Niño Josele.
De nuevo en su mejor forma, Calamaro siguió trabajando sin pausa y grabó un nuevo disco, esta vez junto a Litto Nebbia y su banda La Luz. El álbum “El palacio de las flores” produjo hits radiales como “Corazón en venta” y fue el cierre de un año único para Calamaro.

Pero lo mejor estaba por venir. El 11 de setiembre de 2007 salió “La lengua popular”, el disco que su fans estuvieron esperando durante años. Son doce canciones de un Calamaro en estado puro, más contundente e inspirado que nunca. El primer corte de difusión (y su video), el irresistible “5 minutos más (mini bar)” trepo meteóricamente al número uno en radio y TV.

“La lengua popular” tiene un llamativo arte del ilustrador Liniers, y fue producido por Cachorro López. Se grabó y mezcló en los estudios Mondomix en Buenos Aires, con la participación de reconocidos músicos como los guitarristas Tito Losavio, Juanchi Baleirón y Gringui Herrera; el tecladista Leo Sujatovich, el bajista Guillermo Vadalá y el saxofonista y tecladista Sebastian Schon, entre otros.Cuando aún no se había extinguido el suceso de “Made in...”, Calamaro editó “Tinta roja”. Es un disco en la línea de “El cantante”, en el que versiona clásicos del tango argentino con la particular producción del español Javier Limón y músicos flamencos como el guitarrista Niño Josele.
De nuevo en su mejor forma, Calamaro siguió trabajando sin pausa y grabó un nuevo disco, esta vez junto a Litto Nebbia y su banda La Luz. El álbum “El palacio de las flores” produjo hits radiales como “Corazón en venta” y fue el cierre de un año único para Calamaro.

Pero lo mejor estaba por venir. El 11 de setiembre de 2007 salió “La lengua popular”, el disco que su fans estuvieron esperando durante años. Son doce canciones de un Calamaro en estado puro, más contundente e inspirado que nunca. El primer corte de difusión (y su video), el irresistible “5 minutos más (mini bar)” trepo meteóricamente al número uno en radio y TV.

“La lengua popular” tiene un llamativo arte del ilustrador Liniers, y fue producido por Cachorro López. Se grabó y mezcló en los estudios Mondomix en Buenos Aires, con la participación de reconocidos músicos como los guitarristas Tito Losavio, Juanchi Baleirón y Gringui Herrera; el tecladista Leo Sujatovich, el bajista Guillermo Vadalá y el saxofonista y tecladista Sebastian Schon, entre otros.