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  ENTREVISTA al D.I. Hugo Kogan
El diseñador bucea en sus recién cumplidos 50 años de dedicación al diseño industrial y ofrece su visión sobre la profesión en esta entrevista a Diseñoiberoamericano.com
Hugo Kogan: “Enterarme de que lo que hacía tenía un nombre fue una de las grandes alegrías de mi vida”

Quién sabe si, como jurado de Innovar -relevante concurso argentino sobre productos innovadores de próxima celebración- Hugo Kogan verá nacer de cerca un nuevo hito del diseño como el Magiclick, aquel encendedor para cocinas que el profesional convirtió hace años en un objeto de uso global.
Si esto se produjese, no sería en todo caso una cuestión de azar, si seguimos su tesis. Kogan no práctica un discurso romántico, como ocurre en ocasiones con algunos diseñadores de prestigio. Por el contrario, explica como en su exitosa trayectoria y en la profesión en general no hay que olvidar múltiples factores decisivos: el tecnológico, el empresarial, el educativo...

 

Hoy, en el mundo empresarial, se enuncia una receta prácticamente universal: para tener éxito y conservarlo hay que innovar de manera continua. ¿En este contexto, qué papel pueden jugar los diseñadores industriales?

El diseño podría emerger como la disciplina que pueda reunir y coordinar la mirada de investigadores, tecnólogos, mercadólogos, sociólogos... con sus habilidades para integrar información, haciendo de nexo, creando y siendo parte de equipos interdisciplinarios. Y de hecho ya ha ejercido este papel.
El diseño industrial se ocupa de resolver problemas que van más allá de los aspectos formales, que son una de sus preocupaciones. Interviene en decisiones estratégicas innovadoras, y concreta en productos, artefactos o equipamiento los elementos que acompañan a la gente en su vida cotidiana.
En este sentido, el diseño y la innovación están al servicio de los negocios, como generadores de rentabilidad genuina y potente, agregando valor para los usuarios. Y los mercados globalizados lo están demostrando constantemente.

 

Para la edición de este año de Innovar, en la que forma parte del jurado, ya hay más de 1.300 inscritos, una cifra que impresiona. De todos modos, ¿en qué medida cree que iniciativas como ésta sirven, finalmente, para impulsar el diseño, en este caso el que se hace en Argentina?

Innovar es una vidriera nacional para todos aquellos innovadores que no se mueven en el circuito del conocimiento público. Cuenta con una muy fuerte comunicación, promoción y divulgación que lo hacen visible y crea una interesante sonoridad en el medio.
Es una estructura vincular que genera oportunidades de contacto y de negocios y que, a partir de esta cuarta edición, apoyará económicamente a la investigación científica, al diseño industrial y gráfico y a las propuestas innovadoras seleccionadas y premiadas.
Innovar impulsa todas las manifestaciones y propuestas innovadoras y, sin duda, la inclusión de los diseños industrial y gráfico dentro de las especialidades ha generado una gran expectativa, particularmente entre los profesionales jóvenes, que ven en estas propuestas nuevas oportunidades inclusivas.

 
¿Es de la opinión de que un mayor fortalecimiento del diseño, sobre todo del industrial, puede ser decisivo para dar el paso en cuanto a desarrollo económico en América Latina... o decir esto es exagerado?
El diseño, particularmente el industrial y en nuestro país, salvo en trabajos comunitarios o gubernamentales trabaja para la empresa, sea esta industrial, comercial o de servicios. Y las empresas solo participan de programas a largo o medio plazo -tiempos necesarios para desarrollo de nuevos productos- cuando cuentan con la seguridad de mercados estables y serios y programas económicos consolidados.
A mi entender, el posible desarrollo económico de Latinoamérica dependerá en gran medida de políticas gubernamentales orientadas a estos objetivos. Un ejemplo podría ser Brasil.
Y ya dentro de ese contexto, el éxito de las empresas de producción dependerá de su capacidad para identificar oportunidades de negocios en nuevos territorios, de su agresividad comercial, y de su habilidad para detectar demandas no satisfechas y nichos de mercados todavía intactos y despreciados por la producción oriental. Las empresas que están particularmente orientadas a la exportación saben que la calidad es un dato duro y, cuando se mide la calidad, se mide sin dudas la calidad de diseño.

 

En una perspectiva más personal, hace poco Rafael Marquina, uno de los pioneros del diseño industrial en España, me explicó que, en los 60, cuando él se iniciaba, había muy pocos diseñadores industriales en el país que fuesen conscientes de serlo. ¿En su caso, ser diseñador industrial fue una decisión premeditada o, como en otros muchos, se consideró como tal tras llevar un tiempo ejerciendo?

Lo que Rafael Marquina te ha contado es lo que a la mayoría de los que participamos en esas tareas, a partir de mediados de los 50, nos ha sucedido. Este año llevo 50 de disfrutar y trabajar en esto del diseño y cuando comencé no sabía si tenía un nombre que lo identificara, ni como tarea ni como profesión. Recién cuando comencé a colaborar con Philips Argentina me enteré de que lo que hacía tenía un nombre: fue una de las grandes alegrías de mi vida.
 

¿Cree que su dedicación a la escultura ha influído decisivamente en su trabajo como diseñador? ¿De qué manera?

Entiendo que sí, que ha tenido que ver. De hecho, si bien el dibujo era para mí algo natural, la volumetría me emocionaba y entusiasmaba y lo comencé a practicar desde pequeño. Pero también hubo un factor externo, la empresa fabricante de juguetes de madera de mi padre quebró y tuve que resignar mi inscripción a una escuela de arte y elegir una que me permitiese comenzar a trabajar a corto plazo.
A los doce años no fue fácil elegir, pero una carrera ofrecía dibujo en los cinco años de cursada, y por ella decidí. Tarde entendí que se trataba de dibujo técnico, y terminé mi formación como técnico mecánico. La conjunción de un profundo conocimiento en materiales, técnica y tecnologías y mi inclinación natural fueron la base de mi formación de diseñador industrial. A veces también te lleva el viento...
 

Aunque sus trabajos son numerosos, el Magiclick es su diseño más popular. ¿Cree que hay unas condiciones determinadas que favorecen que un diseño sea, además de útil, carismático? ¿En caso afirmativo, cuáles piensa que son?

Estamos sumergidos entre miríadas de objetos, artefactos y productos, y esto sigue en crecimiento. Peligrosa carrera. En este contexto es improbable que un diseño sea visualizado a pesar de los extraordinarios recursos que se ponen en juego.
Las que sí se ven y se desean son las nuevas tecnologías, que ofrecen servicios de alta innovación como la telefonía celular, los Ipods, o los nuevos sistemas de pago. Estas nuevas tecnologías proponen permanentemente nuevos diseños de productos en su lucha por sostener sus espacios en el mercado.
El diseño aquí es importante y crea valor, pero en esta categoría de productos el valor central es la tecnología. El diseño crea fuerte valor en la alta gama, donde la cultura y sensibilidad del segmento permite acceder a la apreciación y placer de los beneficios del buen diseño.
Existen situaciones en que uno está en el momento y lugar adecuados, y si no se pierde esa oportunidad es altamente probable el éxito de la propuesta. Fue lo que sucedió con el Magiclick: una nueva tecnología sobre la que se montó un diseño contemporáneo en un mercado seco de novedades e innovación por muchos años. La respuesta del mercado fue entusiasta y transformó al producto, un encendedor manual para cocinas, en un apreciado objeto de regalo, generando un gran éxito comercial.

 

En el campo de la docencia, en el que usted tiene también una trayectoria destacada tanto en la práctica como en el proceso de oficialización de los estudios de diseño, ¿qué importancia tiene la homologación efectiva de estos estudios con otros estudios superiores, algo que aún no ocurre en países como España?

La creación de Carreras Universitarias de diseño, que en Argentina despierta con la Carrera de Diseño en la Universidad de Cuyo en 1968, no solo abrió una alternativa profesional por mucho tiempo esperada y deseada, sino que como consecuencia aportó un salto cualitativo en la calidad de los servicios recibidos por las empresas. La formación de nuevas camadas de Diseñadores, ya en todo el país, impulsó su propia demanda, creando sonoridad e interés en la comunidad empresaria.
Ahora bien, en relación con la homologación a que haces referencia, creo que ha sido efectiva, si algo le faltaba al diseño era una teoría que acompañara la praxis, y esta se ha ido estructurando dentro del ámbito académico, espacio ideal y alimento de nuevos pensamientos e ideas, de investigación y de discusión. En cuanto a mi opinión, no dudo de la importancia y sinergia de la homologación del estudio del diseño con otros estudios superiores.

 

Por otro lado, ¿más allá de los aspectos teóricos comunes que debe conocer todo diseñador, cree que la formación de un diseñador industrial y la de un diseñador grafico debe ser muy diferenciada? ¿Debe el diseñador industrial, por ejemplo, tener muy claras las posibilidades de trabajo con diferentes materiales al acabar los estudios?

Depende de cada país, de la existencia o no de una consistente infraestructura industrial y de las características de las empresas de producción. En el nuestro la destrucción sistemática del parque industrial y de su infraestructura y el consecuente cortoplacismo en las decisiones empresarias hizo que prácticamente desaparecieran la ingeniería de desarrollo de producto. Como consecuencia directa los diseñadores, para que sus diseños puedan ser producidos, deben entregar documentación ejecutiva para su elaboración. Es decir, no sólo deben conocer de materiales, sino de técnicas, tecnologías, procesos de producción, normativas de calidad, entre otros.
Su desconocimiento sería un serio handicap en el desarrollo y ejercicio profesional. Diría que es esta la mayor diferencia en la formación de cada una de las dos profesiones, los conocimientos técnicos requeridos y demandados por nuestra industria.
 

Para finalizar, ha comentado anteriormente que le gustaría tener que trabajar menos y poder diseñar más. ¿Si pudiese hacer esto realidad, en que área o áreas le haría, hoy, más ilusión crear nuevos diseños?

Como bien sabes, la prestación de servicios de diseño requiere de una infraestructura que le dé soporte tanto administrativo como financiero, de coordinación, programación, promoción y contactos.Las consultoras en diseño latinoamericanas tienen dimensiones y niveles de facturación que les permiten sostener cierto nivel de estructura, en los que los socios deben estar permanentemente involucrados. Es parte del juego y, en momentos, es hasta emocionante, pero se come parte de la energía y del tiempo. A esto me refería al decir trabajar menos. Y como en todas las pymes del mundo, hay que estar.
Bien, en los últimos años he trabajado en un área muy cercana a la arquitectura, los espacios, la arquitectura interior, la resolución de problemas vinculados a la exposición de servicios o productos, y la creación de espacios para intereses particulares, como la música me ha entusiasmado.
Otra de las ideas, de gran ilusión, es crear un grupo de investigación, diseño y desarrollo de vivienda para la población marginada. No vivienda económica ni social sino orientada específicamente a la gente carenciada y marginada. Integrado por gente carenciada, arquitectos, diseñadores, tecnólogos, sociólogos y sicólogos y gente del área privada y gubernamental interesada en el tema.
 

 

 

 

 


 
 
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