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Una mirada diferente: RECORRIENDO EL CENTRO DE SANTIAGO EN SILLA DE RUEDAS

Caminar por las calles de Santiago es casi un acto reflejo, le hacemos el quite a los hoyos de las aceras y sólo vamos preocupados de que no nos vayan a meter la mano a la cartera. Pero, ¿se ha puesto a pensar que pasaría si tuviese que usar una silla de ruedas para moverse? ¿Cuánto tiempo le tomaría entrar a un edificio o subirse a una micro? Revista Atrévete vivió la experiencia de acompañar a una persona con discapacidad física durante en un corto trayecto y descubrió cómo esos detalles que para la gran mayoría resultan insignificantes, se convierten en verdaderos obstáculos para estas personas.

Recorrer el centro de Santiago en compañía de Mariano Riquelme es ciertamente una experiencia diferente. Mientras me dirigía a encontrarme con él en su oficina ubicada en Huérfanos con Teatinos, comencé a fijarme en todos aquellos detalles que hacen que el desplazamiento de una persona en silla de ruedas sea más difícil. Veredas en mal estado, aceras sin bajadas, edificios sin las facilidades adecuadas para entrar o con accesos estrechos.
Una vez que me encontré con Mariano, me confidenció que la verdad a él no le cuesta mucho moverse por Santiago. “Tengo un recorrido que me permite desplazarme sin problemas”, pero reconoce que no todas las personas con discapacidad tienen la misma facilidad, debido a que muchas veces sus sillas de ruedas no están acondicionadas para hacerlo o no tienen la fuerza en el tronco superior que se necesita.
Mariano usa silla de ruedas desde hace 12 años. “Antes usaba muletas, pero a los 9 años comencé a jugar básquetbol, para lo cual necesitaba usar la silla y en menos de un año dejé de ocupar las muletas, ahora sólo lo hago en caso de necesidad”, reconoce. Y la verdad es que su capacidad para desplazarse queda en evidencia una vez en la calle.
Seguirle el paso al mismo ritmo no es fácil, se mueve rápido entre la gente y ya sabe cuales son los puntos conflictivos que debe evitar, sin embargo aún existen obstáculos evidentes para él.

En la Plaza de la Constitución nos encontramos que debemos dar toda la vuelta para poder llegar desde Agustinas con Teatinos hasta la puerta de La Moneda. Un peatón cualquiera corta camino por el medio de la plaza, pero las escaleras y las barreras de protección impiden que Mariano haga ese recorrido. Pero eso no es todo, muchas de las intersecciones de calles en el centro de Santiago no están habilitadas para facilitar la bajada y subida a las aceras, para qué hablar de los accesos a edificios públicos, donde a pesar de existir rampas antideslizantes están diseñadas de tal modo que para que una persona con discapacidad haga uso de ellas es necesario el apoyo de una persona (generalmente el portero del edificio), y de mucha paciencia para completar -en más de 10 minutos- un recorrido que cualquier peatón lleva a cabo en menos de uno.