Entrevista: Delia Giovanola
"Empiecen a circular. Y nosotras nos tomamos del brazo y empezamos a circular. Pero no nos fuimos, circulamos en redondo.".
Entrevista a Delia Giovanola
“Hola amigos y amigas. Mi nombre es Delia Giovanola y soy una abuela de Plaza de Mayo”, se presenta frente a la cámara de su notebook, en el contexto de la pandemia. Tiene 95 años, casi un siglo, y una lucidez y vitalidad increíbles. Hasta 2020, Delia asistía semanalmente a las reuniones de la Comisión de Abuelas y se abrazaba con muchos de los nietos recuperados que las acompañaban. A veces, sus compañeras la retaban porque estaba con el celular en la mano en las reuniones. Hoy deben estar agradecidas de que Delia se lleve tan bien con la tecnología y de que administre sus cuentas de Facebook, Instragram y Whatsapp. En un video publicado en el perfil de Twitter de Abuelas, Delia dice: “Ahora desde nuestras casas necesitamos la ayuda de ustedes pues seguimos buscando a los nietos y nietas que aún nos faltan”. Su nieto Diego Martín Ogando fue uno de los 500 nietos y nietas nacidos en cautiverio durante la dictadura cívico militar de 1976-1983, de acuerdo a la reconstrucción de Abuelas de Plaza de Mayo. Hace más de 20 años que vive en Estados Unidos, pero habla frecuentemente con su abuela: recuperó su identidad en 2015, después de 39 años. Delia recuerda que volaba como una libélula cuando corría al teléfono para saludarlo por primera vez. Desde aquella charla telefónica inicial, interrumpida y emocionada, abuela y nieto hablan todos los días. “Hola, abu! ¿Cómo estás? ¿Cómo es tu día hoy?”, le escribe Martín cada mañana. Ella cuenta a quien quiera escucharla que es el mejor nieto que pudo haber imaginado. Antes de ser abuela de la Plaza de Mayo, Delia hizo carrera como maestra en la escuela pública. En 1945 había empezado a ejercer en distintas escuelas de La Plata y en 1946 se casó con Jorge Narciso Ogando, quien había sido su novio desde los catorce años y con quien tuvo su único hijo, Jorge Oscar Ogando, el 28 de noviembre de 1947. Durante sus años de docente fue, de alguna manera, la maestra del barrio. La escuela donde trabajaba quedaba en la esquina, así que su casa era una especie de continuidad del establecimiento: “Mi hogar era una sucursal de la escuela. De hecho, la propia Stella Maris, que terminó casándose con mi hijo, había sido alumna mía cuando tenía 5 años. La mamá me la trajo a casa junto con su hermana melliza, Lili, porque quería que aprendieran a leer y escribir para adelantarlas un grado. Fue realmente maravilloso porque fue increíble lo que aprendieron”, contó. En 1963, cuando su hijo tenía quince años y Delia era maestra de grado en la Escuela N.º 11 de La Plata,falleció su marido. Durante un tiempo, sola al cuidado de su hijo, Delia mantuvo tres empleos, como docente y como secretaria en el Instituto de Previsión Social. Además comenzó a estudiar Bibliotecología en el Instituto Superior de Bibliotecología y, ya recibida, se casó con Pablo Califano en 1968. Se fueron a vivir a Villa Ballester y empezó a ejercer de bibliotecaria en una escuela. En 1971 fue ascendida a vicedirectora de la Escuela N.º 80 de José León Suarez y, al cabo de dos años, a directora de la Escuela N.º 44. Ese vitalidad que Delia mostró para afrontar la temprana muerte de su primer esposo está presente también en su etapa más reciente: a los 84 años, se animó a hacer rappel —un sistema de descenso por superficies verticales utilizando técnicas de cuerdas— y también manejó lanchas. Todo sin perder el sentido del humor: Estoy en peligro de extinción”, bromeó en una entrevista.