Vivió en la calle y conoció la violencia, pero gracias al deporte logró dejar atrás la marginalidad. Antes de cumplir 30, fundó la Asociación Femenina de Fútbol y ahora, desde allí, ayuda a cientos de chicas a superarse y encontrar un lugar de pertenencia.
Lo primero que vio, cuando logró abrir los ojos, fueron las cortas faldas de las prostitutas. Encorvadas, como si se asomaran a un aljibe, la observaban: la piña que le había dado el hombre la había dejado tendida en el piso, boca arriba. Yo tenía que cuidarlas y había fallado. No vengas más, me dijo una. Tardé en darme cuenta de lo que realmente pasaba: yo no las estaba cuidando a ellas, ellas me cuidaban a mí.
Quince años después de aquella piña, Evelina Cabrera (31) entra al bar de la avenida Figueroa Alcorta y se disculpa por la demora: la sesión de fotos en las escalinatas de la Facultad de Derecho se retrasó. Ahí posó con ropa deportiva. Ella es entrenadora de fútbol, armó el futsal femenino en clubes como Platense, Nueva Chicago, Defensores de Florida y Villa La Ñata y creó la Asociación Femenina del Fútbol Argentino (Affar). Desde ahí logró cambiar mucho más que la organización del deporte; también mejoró la vida de muchas mujeres. Pero antes debió cambiar la suya.
Cuando dicen que ser puta es el laburo más fácil, si hubiese seguido en la que estaba, habría sido puta.