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LA TRAGEDIA
DEL TRANVIA
El interno N° 75 de la Línea 105 partió de Temperley, en el sur del Gran Buenos Aires, a las 5 de la mañana del sábado 12 de julio de 1930. En el trascurso de una hora llenó su capacidad de 36 pasajeros sentados y los nuevos pasajeros deben viajar parados. El tranvía transportaba en su mayoría a obreros que se dirigían a sus trabajos y esperaban llegar al centro de Buenos Aires a las 7 de la mañana. En medio de una espesa niebla, el vehículo llegó al Puente Bosch a las 06:20 AM.
El conductor no advirtió, debido a la espesa niebla, que el puente tenía su parte central levantada para permitir el paso de una lancha de carga y continuó la marcha. Una vez dentro del puente se dio cuenta de la inclinación del mismo pero no logró frenar y cayó directo al agua. Murieron 56 personas y solo 4 lograron sobrevivir. Todas las ventanas estaban cerradas por el frío y el pasillo estaba repleto de pasajeros.
El accidente se debió a una sumatoria de sucesos. En un primer momento se acusó al conductor, Juan Vescio, de haber causado al accidente por imprudencia al no advertir la señal del puente. Posteriormente, la investigación judicial comprobó que, si bien en un primer momento Vescio no notó que la señal, cuando la advirtió e intentó frenar, descubrió que la manivela del tranvía se hallaba trabada por el desgaste, impidiendo así reducir la velocidad. Con muy poco tiempo y presa de la desesperación, en lugar de interrumpir el suministro eléctrico intentó forzar la manivela para destrabarla.