ECOLOGÍA

LAS HUERTAS

Las huertas urbanas agroecológicas, vienen desarrollándose hace más de un año en las cuatro escuelas del barrio: la escuela 10, 11, 12 y 24 del distrito escolar 5. La creación de una huerta dentro de la institución escolar genera posibilidades de participación dentro del proceso de enseñanza- aprendizaje a los actores de la misma. Al mismo tiempo posibilita el uso de herramientas pedagógicas alternativas. Esta experiencia ha sido desarrollada en diferentes escuelas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Aproximadamente existen en nuestra ciudad 200 huertas escolares en diferentes niveles de enseñanza (Gallardo Araya, 20058).
La planificación y construcción de la huerta entre docentes y alumnos implica la participación directa de ambos, por lo que los alumnos aprenden mediante el producto de su propio trabajo y los docentes mejoran paulatinamente sus metodologías de enseñanza. Respecto al vínculo pedagógico, la huerta es un lugar donde los chicos se pueden desenvolver de manera espontánea y autónoma, y donde el desarrollo de la misma se vuelve una construcción cooperativa entre ambos. Tienen que poner el cuerpo y están en contacto directo con la vida. La planificación y construcción de un espacio que los involucra de manera participativa dentro de su escuela, desarrolla en los chicos una apropiación más comprometida de ese mismo espacio.

LA HUERTA
EN LA ESCUELA

La huerta escolar agroecológica es un recurso importante para el autoconsumo de quienes trabajan en ella, es decir, la huerta se constituye como una herramienta que abre nuevas posibilidades didácticas para el abordaje de todas las áreas curriculares y paralelamente posibilita la capacitación concreta en la producción de alimentos sanos para el autoconsumo, contribuyendo con la educación para la salud de todos sus involucrados.

Trabajar en una huerta exige adaptarse a los ritmos de la naturaleza, desarrollando la capacidad de la espera que tan ausente está hoy en día en nuestra cultura de la inmediatez. Facilita también, la generación de conciencia por el respeto y cuidado hacia los recursos naturales, el ambiente, las relaciones humanas y el trabajo. Constituye un lugar privilegiado, pues permite el desarrollo de contenidos transversales relacionados con la Educación Ambiental y la Educación para la Salud. Los niños se convierten en promotores directos de todos estos conceptos hacia los adultos de su familia, llevando adelante esta experiencia en el marco de sus hogares.
Un proyecto común que genera nuevos vínculos, no solo humanos, sino con nuestro entorno. En este sentido, y mirando hacia el futuro, encontramos que esta propuesta puede ser la puerta que nos dé lugar a desarrollar un proyecto mayor que permita vincularlo y abrirlo al resto de la comunidad, replicando la experiencia en nuevos lugares del barrio con la creación de huertas comunitarias urbanas y agroecológicas, donde la falta de espacios verdes y públicos en los cuales puedan encontrarse los vecinos es moneda corriente.