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EN PRIMERA PERSONA: DE LA VILLA 31 A PROMESA DEL GOLF | JUEVES 25.06.15

Conocé la historia de Dylan. Tiene 11 años. Su abuelo le inculcó la importancia de la educación y de perseguir los sueños. Un trabajo de María Areces.

Dylan

Dylan tiene apenas 11 años. Sin embargo, conversando con él, parece mayor. Tiene absolutamente claro lo que quiere: jugar al golf. Mientras tanto estudia. Todos los días después del cole, su abuelo toma la bolsa con los palos de golf y parten a Palermo. Un lugar muy diferente al que viven, la Villa 31. Dylan conoce y siente tan profundamente esa diferencia que quiere volar. Su familia, fundamentalmente su abuelo, le inculcó la importancia de la educación y de perseguir los sueños. "El es mi pilar", dice Dylan y mira a su abuelo Leo detrás de cámara a quien empiezan a correrle algunas lágrimas por sus mejillas. Son pura corrección y respeto. Dylan es un nene fuerte. Su infancia no es fácil. Para poder jugar al golf, su abuelo aceptó el desafío de invertir sus ahorros en algunos palos. Y Dylan muestra permanente agradecimiento.

Vive en una pequeña casa rodeado de vecinos que lo saludan al pasar. Como si fuese un niño especial. Y sí, lo es. Lo demostró en nuestra charla cuando contó cómo se ilusionaba cuando veía a los golfistas profesionales en la tele y soñaba ser uno de ellos. Está en ese camino. Pero, a diferencia de quienes tienen muchas cosas resueltas, Dylan aclara que no quiere ser pobre. Esta frase permanece en mis oídos desde que la dijo. Muchos chicos están en su misma situación y tal vez creen que ese será su eterno destino. Sin embargo Dylan va hacia adelante sabiendo que hay un futuro mejor. Que implica esfuerzos, sacrificios, a veces faltas afectivas, pero no baja los brazos. Es muy pequeño pero grande a la vez. Tiene la garra para pegarle tanto a una pelotita de golf como para mirar a cámara y aconsejar a otros niños. Tiene la tentación al alcance de la mano: una vida con menos esfuerzo, algunas personas que aprovechan situaciones como la suya para ofrecerles dinero fácil. Sin embargo, con esos apenas 12 años y la inseparable compañía de Leo, eligió el camino más difícil. Pero el que seguramente lo llevará a concretar sus sueños, ser un gran jugador de gol y que la pobreza sea sólo un recuerdo.