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DYLAN REALES, EL EJEMPLO DE SUPERACIÓN DE LA VILLA

transito

Vive en la Villa 31 y superó prejuicios ajenos para destacarse en los campos Palermo y de San Isidro.

Le agradecerá de por vida al Bichi Borghi y resalta la figura de su abuelo, un pilar fundamental; "Ya nadie dice que se alejen de mí", cuenta. "El Loco del palo", así cuenta su abuelo Julio que le decían a Dylan por la Villa 31. Andaba pegándole a frutas, verduras y piedras con un palo de escoba que Don Julio le transformó en un palo de golf gracias a una moladora ¿Qué es lo que más le gusta del golf a Dylan? "El paisaje", responde. Gracias a Golf Channel se hizo fanático. Por entonces, jugaba en las inferiores de Platense como lateral derecho.
Hasta que un día un viaje le cambiaría la vida. Cuenta su abuelo fletero, Julio, que no sabía lo que había allí. Volvían de Tigre. Y Don Julio le preguntó a su nieto si lo quería acompañar. Cuando estaban de regreso por la avenida Lugones, se le ocurrió al abuelo doblar en La Pampa porque quería mostrarle a Dylan una pata que andaba al lado del lago con todos los patitos en fila. No estaba la pata pero Dylan se encontró por primera vez con eso que siempre veía por televisión: un campo de golf. Decía el cartel: "Clases gratuitas para chicos de 8 a 13 años". Con 8 años, justito le daba la edad. A Dylan se le encendieron los ojitos y la ilusión de hacer eso que hacía por las calles de la Villa 31 en una cancha de 18 hoyos.
A veces no alcanza con que sea gratuito y a las trabas económicas hay que sumar otras culturales, que Dylan superó con un espíritu admirable: "Entramos y una señora me dijo que 'no' cuando le dijimos que éramos de la villa. Y después fuimos con el señor Daniel Ocampo, que es mi profesor. Y él me dijo: «Sí, venite todos los sábados». Me puse muy contento, y cuando llegué a mi casa me puse a llorar con mi abuelo", le cuenta a canchallena.com en el campo de golf del club Ranelagh..
Va con su carrito de golf corriendo de un lado para el otro. Quiere jugar ya, pero quedan un par de entrevistas. Lejos de molestarse, se brinda con amabilidad y una extraña madurez para sus 10 años. -¿Cuál es tu sueño?
-Cuando sea grande me gustaría ganar el Masters, jugar los tour europeos, jugar en Estados Unidos. Me gustaría ganar el Masters de Augusta, por ejemplo. Tiene sólo 10 años pero se anima soñar en grande. Falta muchísimo y quién sabe si decida dedicarse al golf o a ser abogado. El Chino Fernández asegura que Dylan "es un chico de una gran sensibilidad y de una gran intuición", y le aconseja que "se siga divirtiendo". Pero sobre todo, asegura que este pequeño golfista ya tiene más de una batalla ganada: "Puede llegar a ser o no un gran campeón. Lo que sí, y no me cabe duda, es que va a ser un campeón de la vida. Y eso para mí es lo más importante. Lo otro, bienvenido sea".