ENTREVISTAS // Entrevista a Lisandro Alonso (cineasta)

Filmografía
Me empecé a preguntar qué es una película y llegué a la conclusión de que es imágenes y sonidos, y lo que esas imágenes y sonidos causen en el espectador o, dicho de otro modo, la relación que ese espectador establece con lo que ve y escucha. Con Fantasma me interesó buscar una respuesta a eso. Es una película que cierra un pequeño ciclo que había empezado con La Libertad y siguió con Los Muertos.

Al principio la pensé como un corto, pero a medida que iba filmando vi que los tiempos de las escenas no eran los de un corto. Si la filmaba en veinte o treinta minutos iba a quedar como un largometraje acortado. Entonces me dije, bueno, vamos a darle la duración que tenga que tener. De todos modos, por temor a que la gente se pierda más de lo que ya se puede perder, decidí sacarle algunas escenas y dejarla un poco más corta de lo que iba a ser al comienzo..."

El que habla es Lisandro Alonso, a propósito del estreno de Fantasma ("una película que habla del cine, y de qué está pasando con este cine raro"), su tercer largometraje y el segundo exhibido en la Sala Lugones ("Ya no quiero estrenar en los multicines"). Durante una conversación extendida y mateada, Alonso volverá sobre su cine, sobre el cine y sus modos de producción y circulación.

¿Qué es el cine?

"...Eso me lo voy a seguir preguntando durante mucho tiempo. No le encontré una respuesta, pero me dije por qué no probar esto. Podría haber hecho directamente cine experimental, pero no lo disfruto. Lo malo es que el ochenta por ciento del cine que se ve hoy en día tiene la misma estructura y forma. Es el que se puede distribuir, el que tiene actores, el que impuso Hollywood. Y eso es re peligroso para el espectador, para los cineastas, para los distribuidores, y para el cine mismo. El cine tiene apenas ciento diez años. Es muy poco tiempo como para que ya le demos una forma. Hay artes que tienen muchos más años encima y todavía se siguen cuestionando las formas, buscando algunas más riesgosas.
Si no aceptamos que hay otro tipo de cine, que debería llegar a las pantallas y no sólo a traves de un festival de cine, ese cine se va a morir. El cine que a mí me interesa se va a terminar dejando de producir, de distribuirse, de llegar a donde tiene que llegar. De hecho eso ya pasa. Hay cineastas como Tsai Ming-liang, Hou Hsian-hsien o Pedro Costa que aportan mucho a la cinematografía mundial que no llegan a las pantallas. Son muy arriegados y tienen propuestas que no encajan en los grandes públicos, pero otras películas como las de los hermanos Dardenne o Kaurismäki, que son más accesibles y tampoco llegan al público que debería llegar. También me parece que la educación cinematográfica y el nivel cultural del espectador medio está por el piso hoy en día.

¿Es sólo un problema de educación o también hay responsabilidad de quienes definen las políticas de difusión cinematográfica y de quienes manejan las variables del mercado?

Hay de todo. Me parece que somos muchos los que no podemos o no sabemos poner los puntos sobre las íes. Distribuidores, exhibidores, productores, directores. Hay un conjunto de factores que no aportan o no ayudan a que haya una diversidad cinematográfica, una pluralidad de estéticas. También es responsabilidad de los festivales. Hoy día los festivales son los que fijan "tendencia". Si vos pensás en el Festival de Cannes, uno que por cierto influye en otros festivales, vas a ver que hay como una balanza en la que por un lado hay dos o tres cineastas valiosos y arriesgados, por el otro un montón de películas de la gran industria norteamericana.
Entonces, aquellas películas que son más arriesgadas, que proponen otro tipo de juego con el espectador, quedan eclipsadas por los tanques o las estrellas norteamericanas dentro del festival. Entonces la prensa, que también es uno de los elementos que está en el medio, yo no sé si por el espacio o por la línea editorial o por el lugar en que trabajan tienen que ir a hablar con Uma Thurman y después no tienen tiempo o espacio para hablar con cineastas más chiquitos. Así como pasa con Clarín o La Nación, pasa con Inrockuptibles o Liberation. Los espacios en los medios para alguien que no "venda algo" se están achicando mucho. Si ese no es uno de los factores más importante pega en el palo.

Por un lado, la industria plantó la idea de que hay una sóla manera de hacer cine: un modelo concreto de realización cinematográfica. Por otra parte, el público parece necesitar máquinas de lectura: esta película es de acción, ésta es un policial. Así ya sabe lo que va a ver y le es más facil decodificarlo. La prensa se monta a las políticas de marketing.
Las nuevas tecnologías digitales, ¿permiten correrse de todo esto, para demostrar que se puede hacer cine con mucho menos presupuesto, con buena calidad de imagen y sonido y con menos problemas para distribuir?

Eso es un arma de doble filo porque vos decís, sí es más fácil hacer las películas pero... ¿en dónde las mostrás? Hago una película en video en una semana pero, ¿en dónde la muestro? Para mostrarla en un cine tengo que llevarla a 35 mm. El cine, todavía, a nivel mundial se distribuye en 35 mm. Hay salas alternativas con una casettera Beta que te las pasa, pero si uno asume que ése es el lugar para el cine, desde el vamos está perdiendo espacio. Te automarginás. A pesar de que ya hay festivales importantes que están proyectando en competencia, películas en video, no sé si conviene. Para mí lo que tendrían que incentivar es que esas películas en video se terminen en 35mm. Vía Instituto de Cine o aportes privados o premios o como sea. No está bien que alguien que hace una opera prima se automargine y diga "no, el filmico me queda demasiado lejos" cuando, en realidad, se hace cada porquería en 35 mm que no vale la pena fomentar.

¿Para qué hacés cine?

Porque es algo que encontré para comunicar algunas dudas que tengo y de mostrar algunas personas o lugares que me interesa ver. Me interesa ver cómo la gente que va a ver estas películas se relaciona con esto que yo les puedo mostrar, sea un hachero en el monte o alguien que camina por una selva, que son gente que está pero parece que todos la sometimos. Pasa lo mismo con el cine. Todos hablamos del "otro" cine pero no lo vemos. Ya no me enojo por lo que pase con mis películas, pero sí me molesta lo que pasa con otras películas que tendrían que tener más público y no lo tienen. En ese sentido creo que hay cierto tipo de público a los que habría que decirles: "bueno, empiecen a invertir mejor su dinero". Por ellos mismos y por el cine que va a venir si seguimos así.

A los distribuidores se les hace cada vez más dificil traer películas extranjeras. Pienso en Pascual Condito de Primer Plano que me dice: "Lisandro yo ya no puedo comprar cualquier cosa en euros y venderla en pesos", y lo entiendo. Entonces se ha dejado de ver mucho cine independiente o europeo. Igual sobre esto toco de oído porque hace mucho que no abro un diario para ver qué dan en los cines.

Lucrecia Martel dijo en algún reportaje, que se estaba replanteando seriamente la manera de hacer cine porque para ella no tenía mucho sentido invertir tanto esfuerzo y dinero en una película que luego fueran a ver solamente aquellos que ya están de acuerdo con su manera de pensar. Lo interesante sería ampliar el espectro de espectadores. Minar el sistema desde adentro. ¿Esa es una alternativa para vos?

Yo a Lucrecia la respeto muchísimo porque es muy sólida y sabe bien lo que quiere con su cine, pero también creo que uno debe hacer la película que uno quiere, desde adentro o desde afuera. Con Fantasma, por ejemplo, yo me permití hacer lo que quería. Probé todo lo que a mí me interesaba probar. Aquello con lo que tenía ganas de experimentar. En mi caso eso era filmar en un espacio cerrado, con luz artificial. Abandonar los árboles y el hábitat natural de los protagonistas. Me fui a La Pampa, a Corrientes, bueno, ahora vengan ustedes para acá. Esas cosas las disfruto. Disfruto cuando estamos filmando y no sabemos muy bien qué estamos haciendo pero veo que el equipo está concentrado y pendiente de lo que pasa. No lo vivimos como un trabajo, como algo rutinario. Cada toma es algo nuevo, como un juego. Es un desafío para cada uno de los que forman el equipo. Y nunca se sabe lo que vamos a hacer. Si se quiere, es una metodología más improvisada pero no por eso menos profesional.

Me molesta que se piense que todo aquello que uno hace que no implique un despliegue enorme, con motorhome y demás, es no profesional. Es ilógico. No soy menos profesional porque no ando con megáfono.

¿Dónde va a transcurrir Liverpool?

Yo sé que es en un barco, en el mar. En Ushuaia. A una hora de Usuahia. Nieve, frio, mar, alcohol. Bueno, tiene que ser en Tierra del Fuego. Va a tener dos protagonistas: un hombre con cierto grado de alcoholismo y una chica que tenga cierto grado de retardo mental.

El hecho de que cada vez más a menudo los estrenos del "otro" cine se circunscriban al circuito alternativo, sobre todo a los festivales, ¿contribuye a la difusión de esas películas o, en definitiva, termina dividiendo aún más las aguas entre espectadores de un cine y otro?

Si, de algún modo los festivales se convierten en un paréntesis. Es como que la gente dice: "bueno, esta semana vamos a ver películas raras"... Igual, en cierta medida, lo va incorporando. En Argentina hay cada vez más festivales, más chiquitos. De hecho, "cine independiente" es una frase que la conoce hasta mi abuelo. Nadie sabe muy bien qué quiere decir, pero a lo que voy es a que, ahora, cualquier cosa en la que no esté Bruce Willis es "cine independiente". Ése es el problema. Si vos presentás una película como Fantasma, entonces ya no es "cine independiente", es como "experimental".

¿Y qué es el cine independiente?

¡No tengo idea! ¡A mí no me pregunten! Cine independiente, ¿de qué? ¿De quién?

Si existiera un circuito formalizado, con salas alternativas...

¡Sería increíble! Tener lugares como la Cinemateca de Uruguay -las salas están en un estado calamitoso pero la programación y el costo que tiene para el espectador (pagan cinco pesos y ven treinta películas por mes) son extraordinarios- en Buenos Aires... ¡No entiendo por qué no podemos tener un espacio así! Una sala en la que se puedan ver películas de afuera, de autor o no, por cinco pesos. O un complejito de tres salas, pero bueno, que den ganas de ir a sentarse un par de horas para ver y escuchar bien una película. Que el Instituto pueda colaborar con algún distribuidor y diga: "bueno, vamos a traer esto, vamos a traer aquello". Porque me parece que como gran productor de Latinoamérica que es el Incaa, debería fomentar cierto tipo de cinematografía que le interese fomentar. Apoyar una película televisiva, como Bañeros 3 -que, está bien, funciona y van dos millones de personas- me parece que no es la tarea de un Instituto Nacional de Cine. Ésa es la tarea de un canal de televisión, que quiere vender un producto y me parece bárbaro que lo haga y que la gente lo disfrute. A lo mejor yo la veo un domingo en la cama y también me río... no lo sé.

Porque, por otro lado, cada vez se ven menos operas primas con cierto riesgo, como sí se veían años atrás. En parte se debe a las nuevas regulaciones que tiene el Instituto que vuelven muy dificil para un director debutante concretar su primera película. Exigen una serie de elementos con los que, yo creo que ni Coscia hubiera podido cumplir. Ni Coscia ni Mundo Grúa ni Sábado ni Tan de repente ni muchas de estas películas a las que les fue tan bien afuera y que volvieron a poner el ojo en el cine argentino.

En todo caso habría que preguntarse si la función del INCAA es fomentar una cultura o desarrollar una industria cinematográficas.

Yo creo que debe estar para las dos.

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